Rutas por la Tebaida Medieval

El padre Flórez afirmó en 1759, en relación al valle del Silencio y del Oza, que esta Tebayda competía “con los más Santos Desiertos de Palestina”. Era la primera vez que se utilizaba este calificativo. José María Quadrado insistirá en 1855, y después no habrá estudioso que no emplee la metáfora para referirse a esa “edad de oro” del eremitismo que tantas muestras materiales ha dejado en estas tierras.

Esos asentamientos de ascetas fueron puntos de atracción para otros pobladores, que escogieron estos valles para asentarse. Por ello, se conservan restos medievales de interés correspondientes a los estilos artísticos románico y gótico. La red viaria medieval por nuestra tierra era muy distinta a la del siglo XXI (en realidad, hace apenas cincuenta años que llegaron las carreteras), lo que explica que para unir puntos aparentemente cercanos por antiguos caminos a pie se tenga que utilizar en coche un tiempo desproporcionado. Pero es esta tierra montuosa y organizada en valles.

La Edad Media ha dejado testimonios arquitectónicos en forma de puentes (como el del Boeza, o en Valdefrancos, sobre el río Oza), ruinas de antiguos templos parroquiales, luego ermitas (Santa María de Escayos en Manzanedo de Valdueza o la ermita Folibar en San Esteban de Valdueza, cuya talla se venera en la parroquia actualmente), algunos reconvertidos en cementerios (San Antonio en San Cristóbal de Valdueza, o San Miguel en Valdefrancos), e iglesias enteras, desde la venerable de Santo Tomás de las Ollas (siglo X) a las no menos interesantes de Vizbayo parroquiales románicas de Nuestra Señora de Otero y San Miguel en Espinoso de Compludo).

Por todas estas poblaciones transcurre esta ruta, que ha de hacerse en varios ramales por las particularidades orográficas de la región y de la propia historia de la misma.