Elementos inmateriales

Incluye un estudio de investigación sobre la antropología y su contextualización en el Patrimonio Comunitario del territorio, identificando todos los recursos del Municipio y su vinculación a la creación de productos, itinerarios culturales y turísticos.
  • Enzafranarse

    Esta expresión, habitual en la comarca del Bierzo, aparece en este documento etnográfico relacionado con la vendimia familiar y con la producción de vino para el consumo casero. Alude a una práctica habitual tradicional relacionada con la elaboración del vino de forma artesanal y casera para el consumo propio o de los más allegados. Las viñas se recogían en grupo con la ayuda de los miembros de la familia y se prensaban en la prensa de la localidad que, por lo que hemos podido comprobar ha desaparecido ya. Allí se llevaba el mosto en calderos al lugar donde se encontraba la bodega familiar para llevar a cabo el proceso del fermentado.
  • Tocar la esquila.

    En el registro etnográfico que se presenta se menciona cómo el toque de la esquila a lo largo de las calles del municipio de Carracedo de Compludo era una práctica habitual, ritual y rutinaria que solamente dejaba de realizarse en momentos muy puntuales y por un acontecimiento destacado. En este caso, y a diferencia de otros lugares donde la tradición todavía se mantiene muy viva, como es el caso de algunas localidades de la sierra de Salamanca, la esquila con doble asa se pasaba de familia en familia, siendo un miembro de la familia quien debía de hacerla sonar al caer la tarde por las calles de la localidad. A pesar de que en el registro no se menciona el sentido de esta práctica que se remonta a momentos donde la religiosidad popular y sus creencias sobre la muerte y los difuntos marcaba tanto los tiempos como los espacios de la vida tradicional.
  • La sangre y el fariñote.

    Uno de los elementos destacados de la matanza era el uso otorgado a la sangre del cerdo como alimento. En muchos lugares es habitual conservar la sangre del animal en el momento de morir y usarla como alimento. En el documento etnográfico que se presenta, oímos como no en todos los lugares se elaboraba morcilla. Sin embargo uno de los alimentos característicos de los pueblos de la llamada Tebaida berciana es el fariñote. Es una especie de morcilla compuesta por arroz cocido y carne, por regla general no muy buena e incluso ensangrentada, la mezcla resultaba agradable al paladar.
  • Apañadera

    La apañadera es un objeto tradicionalmente usado para la recogida de la castaña después de haber sido vareada por los hombres de la comunidad en los castaños propios o en los castaños comunes. Tradicionalmente ha sido un trabajo femenino complementario al trabajo masculino que consistía en subirse al árbol y varear. Es el objeto utilizado con anterioridad a los guantes que se usan actualmente para evitar que los erizos puedan hacer daño en las manos. Las apañaderas o pañaderas tenían forma de pinza y se usaban para pañar o apañar junto con la fardela o morral, objeto que también formaba parte de la práctica de la recogida de la castaña y que es denominado en algunos lugares como Curuxa o Curuxin. Relacionada con este objeto y este término se encuentra el término Pañadora o Apañadora que describe a la mujer que recoge con las fornazas o pañaderas los erizos de las castañas al varear. Este instrumento era elaborado artesanalmente con la madera del mismo árbol tal y como se describe en el audio que completa este elemento. Ha supuesto un conocimiento y una técnica artesanal que se ha perdido y solamente se conserva en la memoria oral.
  • El jornalín del padre.

    La vida en los valles de la Tebaida estaba determinada por la propiedad de los terrenos que generalmente se heredaban y se transmitían de generación en generación. Por tal motivo, los matrimonios, junto con el deseo de formar una familia, tenían también una función económica, pues permitían, a través de los hijos e hijas tener un apoyo para el duro trabajo diario. Las familias eran generalmente grandes, de seis o siete hijos la mayoría de ellas y dependía del nivel económico de la familia el poder mantener de forma suficiente a todos los hijos. En muchos casos, si la familia no disponía de tierra suficiente para sembrar o cultivar, se sufrían de carencias alimentarias, por eso, cualquier terreno era bueno para cultivar. En el audio que se adjunta aparecen algunos elementos destacados de esta dura realidad de la ruralidad tradiciona. En primer lugar, la prioridad del trabajo infantil como apoyo a la familia por delante de la formación educativa que permitía obtenerse en la escuela. Y, en segundo lugar, las diferencias sociales existentes en las distintas localidades. Algunas familiar eran más poderosas, pues habían podido acumular un mayor patrimonio y llevaban una vida más desahogada. En cambio, aquellas no tuvieran muy pocas tierras y propiedades, o muy poco ganado estaban sumidas en el círculo vicioso de la pobreza y buscaban cualquier lugar, por alejado que estuviera para poder cultivar al menos un pequeño campo de centeno. Estas familias, en muchas ocasiones contaban exclusivamente con el jornalín del padre, pero resultaba insuficiente. En el momento en el que aparecieron en la comarca, y fuera de ella nuevos empleos y nuevas formas de ganar dinero, comenzó la experiencia migratoria de una gran importancia en los valles de la Tebaida berciana.
  • La piel del cabrito.

    En el documento etnográfico se hace mención a la importancia que ha tenido en la vida tradicional la piel del cabrito, así como también la piel de los distintos animales, sobre todo de aquellos recién nacidos. La piel ha sido tratada desde tiempos ancestrales, siendo muy importantes los conocimientos necesarios para su tratamiento que permite el paso de la piel a cuero para que pueda ser usado en la elaboración de distintos elementos de vital importancia en la vida tradicional de la Tebaida Berciana. Uno de los usos más importantes de la piel del cabrito ha sido la elaboración de instrumentos musicales de gran difusión en la zona geográfica del noroeste ibérico. La conversión de la piel del recién nacido en cuero supone un amplio conocimiento técnico aplicado a las distintas fases de la elaboración que van desde el salado inicial hasta la última fase del engrasado y rascado definitivo.
  • Tocar la esquila.

    En el registro etnográfico que se presenta se menciona cómo el toque de la esquila a lo largo de las calles del municipio de Carracedo de Compludo era una práctica habitual, ritual y rutinaria que solamente dejaba de realizarse en momentos muy puntuales y por un acontecimiento destacado. En este caso, y a diferencia de otros lugares donde la tradición todavía se mantiene muy viva, como es el caso de algunas localidades de la sierra de Salamanca, la esquila con doble asa se pasaba de familia en familia, siendo un miembro de la familia quien debía de hacerla sonar al caer la tarde por las calles de la localidad. A pesar de que en el registro no se menciona el sentido de esta práctica que se remonta a momentos donde la religiosidad popular y sus creencias sobre la muerte y los difuntos marcaba tanto los tiempos como los espacios de la vida tradicional.
  • El matanchín.

    En el documento etnográfico que se presenta se pone de manifiesto la preparación que suponía el llevar a cabo la matanza con la reunión de varias familias y de los miembros más allegados y cercanos de la misma. El momento principal es el momento de matar, pues encierra peligro para los que participan en este momento del acto económico y ritual. El cerdo se defiende y se mueve con mucho peso, por eso es necesario contar con el conocimiento y la habilidad suficiente para poder llevar a cabo el propósito sin resultar herido o lesionado. Ante estas circunstancias se premia con reconocimiento y con honor este conocimiento basado en las habilidades propias y en el conocimiento adquirido de generación en generación. El término "matanchín" expresado con admiración y cariño recoge la admiración por ese saber hacer en un momento tan importante para el grupo familiar.
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