Elementos inmateriales

Incluye un estudio de investigación sobre la antropología y su contextualización en el Patrimonio Comunitario del territorio, identificando todos los recursos del Municipio y su vinculación a la creación de productos, itinerarios culturales y turísticos.
  • La bouza.

    La palabra "bouza" describe un espacio productivo muy importante para los habitantes de los valles de Tebaida berciana. Se refiere sobre todo a un lugar alejado generalmente de las casas de la localidad y elevado en la montaña donde, por regla general se sembraba el centeno. Es importante tener en cuenta cómo al desarrollar estas técnicas productivas en las zonas elevadas tratando de aprovechar todo el terreno posible para diversificar las actividades productivas, a veces se encontraban con antiguos canales de agua, algunos de ellos de origen romano o de épocas posteriores y, como estaban en la tierra, se araban. Por eso podemos percibir en el audio la impresión causada cuando se araba el canal. Es reseñable también cómo la necesidad de diversificar la producción en economías de subsistencia agrícolas y ganaderas hacía que se redujese el monte silvestre. La casi totalidad de las tierras que eran productivas estaban trabajadas. Las más cercanas y fértiles dedicadas al trigo, y las más alejadas, las llamadas "bouzas" para el centeno que se usaba especialmente para la elaboración del pan.
  • Mujer rural I

    El papel de la mujer en la sociedad rural de la Tebaida berciana ha sido fundamental. Ha ejercido una vital función de carácter social, pues con la complementariedad ejercida en las labores productivas junto con su labor en la vida familiar del hogar ha contribuido a la reproducción social durante cientos de años. A su vez ha ejercido y lo sigue haciendo, una importante función cultural ya que, en gran medida se considera la portadora de la tradición y de la memoria oral e inmaterial de los distintos grupos sociales en sus distintas manifestaciones, bien sean de leyendas o religiosidades populares, como de formas tradicionales de sanar, de cuidar o de cocinar, como de los distintos rituales de paso que han marcado de la vida íntima y familiar. Además han contribuido de un modo decisivo al cuidado del medio ambiente, pues su actividad ha sido responsable con los paisajes y la biodiversidad del entorno a pesar de la reiterada invisibilidad de su tarea poco reconocida.
  • El hornero.

    El hornero desempeña una importante labor en la vida comunitaria de las sociedades tradicionales. Por la realización de su labor recibía una cantidad ajustada del pan de cada hornada. El hornero no masaba, y por tanto, el gasto habitual de pan para su familia lo recibía en cada una de las hornadas, y este variaba en función de la cantidad que cada una de las familias llevaba a hornear. Además con la masa sobrante muchas familias regalaban al hornero algún bollo o empanada extra, tal y como se describe en el audio que se adjunta. En principio parecía que el hornero recibía una hogaza por cada hornada, pero de un modo más preciso, resulta que por cada cuatro cuartales, el hornero recibía una cantidad en pan de libra y media. A pesar de que el horno se subastaba cada año, por regla general este trabajo solía recaer en la misma o mismas personas a lo largo del tiempo.
  • La mano del pan y la raya suelta.

    Cada año en concejo se determinada la parte que se iba a cultivar de cereal y se establecían las regulaciones necesarias para una buena producción. El día de Santiago se determinaba la parte que iba a ser como la mano del pan, es decir la parte de las laderas cercanas a la localidad donde se iba a plantar cereal, y la otra parte descansaba. Durante el tiempo que mediaba entre el día de Santiago y el día de San José en la parte del pan no se podía pastorear. Pero ya, a partir de este día quedaban abierta la mano del pan al pastoreo los domingos y los días festivos, pero ningún día más. A partir del día de San Roque, entonces ya se consideraba que había raya suelta, es decir que quedaban abiertos ya al pasto todo el terreno que había sido vedado anteriormente y descrito como la mano del pan.
  • Mujer rural II. ( ayuda mutua)

    La mujer en la sociedad tradicional ha desempeñado variadas tareas incluso algunas de ellas consideradas como prácticas que exigían una importante especialización. Por tal motivo, es frecuente encontrarnos en la memoria oral de los habitantes de los valles de la Tebaida berciana alusiones y recuerdos a esas mujeres que aparte del desempeño de sus tareas en el ámbito productivo y en ámbito más íntimo y del hogar, tenían alguna especialidad reconocida. O bien, eran especialistas en ayudar en los partos, o bien, como se comenta en el audio, eran especialistas en alguna práctica relacionada con la enfermería. Junto a este aspecto, es muy relevante también cómo el grupo de mujeres tomaba conciencia de la importancia de esta labor y contribuían colectivamente a las tareas del hogar para que la labor especializada no supusiese una merma del funcionamiento. En el audio que acompaña a esta entrada podemos reconocer estos rasgos de la sociedad tradicional de la tebaida.
  • Tocar la esquila.

    En el registro etnográfico que se presenta se menciona cómo el toque de la esquila a lo largo de las calles del municipio de Carracedo de Compludo era una práctica habitual, ritual y rutinaria que solamente dejaba de realizarse en momentos muy puntuales y por un acontecimiento destacado. En este caso, y a diferencia de otros lugares donde la tradición todavía se mantiene muy viva, como es el caso de algunas localidades de la sierra de Salamanca, la esquila con doble asa se pasaba de familia en familia, siendo un miembro de la familia quien debía de hacerla sonar al caer la tarde por las calles de la localidad. A pesar de que en el registro no se menciona el sentido de esta práctica que se remonta a momentos donde la religiosidad popular y sus creencias sobre la muerte y los difuntos marcaba tanto los tiempos como los espacios de la vida tradicional.
  • El rayo. Efectos.

    Las tormentas acompañadas de los rayos despertaban un gran miedo y temor por sus efectos devastadores sobre cultivos, casas, personas y animales. Estos fenómenos naturales, denominados de varias formas en la geografía del noroeste hispano, como truenas, o en otros casos, tuenas, han estado acompañados por fuertes prácticas ritualizadas y culturizadas. Para comprender la importancia que en las sociedades tradicionales han tenido estas prácticas conviene mostrar como los efectos del rayo han quedado marcados en la memoria de los pobladores de estos valles, pues solo de este modo se puede entender la importancia dada a la prevención o lucha frente a los rayos, la lluvia y el granizo. La creatividad popular ha ido conformando un conjunto de creencias y supersticiones relacionadas, con los provocadores de las nubes ( personajes mágicos con efectos malignos descritos y nombrados a veces como reñuberos) como con las defensas contra los elementos devastadores. Estas protecciones incluían los toques de campana y los conjuros a “tente nube”, así como los rezos a Santa Bárbara u otros santos protectores. Era habitual el dotar al interior de las casas de elementos protectores, que solían ser velas como las velas de Jueves Santo o, en otros casos se solía colocar a la puerta de la vivienda instrumentos a los que se les atribuía un poder especial como las hachas o las palas de cocer el pan. Junto a ellos también se estimaba en gran medida el poder de las piedras para alejar a las nubes, y por ello en algunos hogares o dentro de las cuadras empleaban un amuleto de singular poder como era la piedra del rayo bien lanzaban nueve o doce piedras hacia lo alto cuando sonaban los primeros truenos, piedras que habían sido recogidas en fechas especiales del año.
  • Mullir los garbanzos

    Mullir los garbanzos es una expresión de describe una técnica relacionada con el cultivo del huerto familiar. En la economía tradicional de las localidades del valle los aportes alimentarios que proceden de los huertos familiares han sido fundamentales para entender los mecanismos de reprodución social de la comunidad. Estas técnicas de preparación y cuidado de la tierra y del producto se han transmitido de generación en generación a lo largo de los años, de padres a hijos o hijas. Mullir supone arrancar las malas hierbas con un rastro o rastrillo o azadijo de dos gajos para que los garbanzos en el caso del audio que se presenta, o bien las patatas puedan crecer fuerte y sana.
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