El pueblo lo entiende a su manera
Conjunto de fichas
- Título
- Descripción
-
El pueblo lo entiende a su manera
-
En zonas aisladas por su abrupta orografía, como la Tebaida berciana, los párrocos se esforzaron
por mantener la ortodoxia de las prácticas devocionales ante unas feligresías apegadas a rituales
antiguos. La Ilustración intentó acabar con los disciplinantes de Semana Santa, que flagelaban
su cuerpo hasta sangrar, costumbre conocida en toda la península ibérica. Un testimonio
sorprendente documenta esta práctica en la iglesia de Otero (Vizbayo) todavía a mediados del
siglo XIX. La cercanía a la populosa y bien comunicada Ponferrada no había terminado con estas
costumbres, síntoma de que seguramente fueron practicadas en otras muchas localidades, de
las que no nos han quedado testimonios.
El pueblo no solo entendía, sino que también participaba a su manera en la vida diaria de la
parroquia. De ahí que las manifestaciones de carácter popular abunden en estos templos. Las
complejas carpinterías de armar se tornan aquí en cubiertas de rollizos y sencilla tablazón, obras
de artesanos locales o de los propios habitantes del lugar, que también debieron contribuir a su
llamativo colorido, como se aprecia en San Pedro Villarino o en Valdefrancos. Similar
circunstancia viviría el retablo mayor de Carracedo de Compludo, recompuesto y repintado de
manera naif en tiempos modernos.
La presencia de los fieles se hacía patente de otros modos en el edificio que habían construido,
que les había visto nacer a la comunidad, que acogía sus muestras de piedad o donde
depositaban votos, preces y ofrendas. Tales circunstancias se expresaron frecuentemente a
modo de exvoto. Algunos eran pequeños cuadros, otros piezas de cera (bustos, piernas,
brazos…) e incluso las habituales trenzas de cabello natural.