Perpetuas devociones
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Perpetuas devociones
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A lo largo de la historia, no solo san Genadio motivó la piedad y devoción de los habitantes de
la Tebaida. Junto a las recurrentes advocaciones marianas y cristológicas, hubo otras en las que
el pueblo depositó devociones más personales y cercanas y que formaban parte de esa rica
religiosidad popular que también pobló estos valles. Fueron imágenes merecedoras de
oraciones, exvotos, romerías… y a ellas, en muchas ocasiones, se dedicaron los propios templos
que hoy las cobijan, y hasta los propios pueblos, como en el caso de Santa Lucía o San Adrián,
ambos de Valdueza. Curiosamente, por estas tierras no abundaron las devociones femeninas
(más allá de la mentada santa Lucía, con imágenes presentes en varios pueblos), monopolizadas
por la Virgen. Más fortuna tuvieron otros como San Antonio de Padua (el más representado), o
San Juan Bautista.