Siempre, las vírgenes

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  • Virgen Santa María (Virgen de la Guianina)

    La talla de la Virgen de la Peña Aquiana se conserva como imagen titular del retablo colateral de la Epístola, enfrentada a otra talla mariana, que fue la de la cofradía “rival”, la del Rosario, sita en el colateral opuesto. Se dispone en una peana muy posterior, cuya base se ha retallado para adaptarse a la base de la imagen. Muestra a María de pie, con mirada frontal, que sostiene al Niño en su brazo izquierdo y levanta la mano opuesta, que ha perdido el atributo. Carece de velo, y los pliegues del manto, casi simétricos, descubren una entallada cintura y vestido de escote cuadrado. Por debajo del vestido asoman los borceguíes. Parece que nunca hubiera tenido corona de madera, si bien no es descartable que la cabeza hubiera sido retallada en su parte superior, pero también en la caída del cabello, hoy surcada de sospechosos mechones. El Niño debió perder la cabeza original, y la actual parece una barroca, desproporcionada en relación al cuerpo, y son significativos rasgos estilísticos en el tratamiento de los cabellos, mofletes, ojos y sonrisa. Ha perdido casi por completo el brazo izquierdo y ofrece dudas la “originalidad” del derecho. A la talla, ahuecada en origen, se le dispuso la tradicional tapa cuando la imagen comenzase a procesionarse. Aprovechando su adaptación como pieza visible de bulto redondo, se repolicromó y doró con una pintura de flores estampadas con un falso estofado, en realidad de pincel. Desconocemos la función de una serie de agujeros realizados en la juntura entre talla y tapa que lo recorren por ambos lados. Al igual que la talla de San Pedro de Montes, parece que las penosas procesiones al pico de la Guiana hubieran afectado a la imagen de la conocida como "Guianina", viéndose necesitada de numerosas reparaciones.
  • Virgen con Niño

    Imagen en bulto de Virgen con Niño, del tipo "chuleta", sobre peana solidaria. La Madre se sienta en un sitial y el Niño se dispone sentado en el eje de la composición. Ambos personajes se muestran prácticamente hieráticos. La Virgen se muestra tocada y de cabellos dorados, con grandes manos (respuestas) flanqueando al Niño sin tocarlo, porta vestido rojizo y manto verdoso con estofados dorados de pincel. Sus zapatos asoman por debajo del manto. Un collar pintado (posterior a la renaciente policromía) adorna su cuello. El Niño, también de cabellos dorados en su media melena, se muestra vestido con un manto dorado. Extiende al frente su brazo derecho, y flexa el izquierdo sobre su pecho, sosteniendo un objeto esférico de difícil identificación. Asoman sus pies descalzos por debajo del manto. Solo los plegados del manto virginal muestran competencia. La talla debió estar vaciada en su interior, pero se tapó con una tabla para ser repolicromada en el siglo XVI, y dicha tabla ha perdido prácticamente toda la película pictórica.
  • Virgen de Folibar

    Imagen de bulto titular de la arruinada iglesia de Nuestra Señora de Folibar. Se trata de una Virgen con el Niño gótica dispuesta como tantas otras, sedente con el Niño sentado sobre su regazo y ligeramente desplazado hacia la pierna izquierda de la Madre. Ella viste túnica, manto y velo que le cae a ambos lado de la cara y sobre los hombros, Él porta únicamente una túnica lisa de color rojizo. Son varias las cuestiones que llaman la atención, la primera lo estilizado de las figuras, carácter que se agudiza con los esbeltos cuellos y alargados rostros de ambas. También, frente a la acusada frontalidad de la Virgen, incluso en la disposición de sus paños y la composición de los plegados, está la figura del Niño con un movimiento evidente en la colocación de sus piernas y en la posición de sus manos. Estos detalles, unidos a la sonrisa que esbozan ambos nos sitúa ante una cronología avanzada. Aún así mantiene ciertas rémoras de los siglos anteriores, como la formulación del sitial o la presencia de corona real (aunque modificada) en la Virgen. Su policromía, aunque bastante intervenida en su última restauración se asemejaría bastante a la original, con colores comunes a la mayor parte de estas imágenes: azul, rojo y dorado.
  • Virgen Inmaculada

    Escultura de bulto redondo de la Virgen Inmaculada. En su hechura se asemeja a los modelos de Gregorio Fernández, como demuestra tanto la postura de la Virgen, bastante frontal y con las manos unidas en actitud de oración, como su perfil piramidal, acentuado por el ampuloso manto que la cubre desde los hombros. Los plegados metálicos, las abolladuras en la parte inferior del manto, o la larga melena que partida en dos cae sobre los hombros, son otros de los estilemas habituales en estos modelos. A los pies un cuarto lunar y una corte de querubes. Y alrededor de la escultura un halo refulgente de rayos rectos y flameados. Sin duda es la mejor imagen del retablo, a lo que también contribuye su lustrosa policromía.