Bienes inmateriales

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  • La boda y tornaboda.

    El día de la boda era el día más importante y comenzaba con un acto religioso. La religión en estas comunidades tradicionales ha desempeñado un papel central en todos los actos rituales y en los momentos de paso y de cambio de estado y de rol social. La misa por tanto es el acto central desde el punto de vista religioso, pero luego ya comienza la parte festiva. La comida y sobre todo el baile, tal y como se comenta en el audio. Los novios pagaban a un tamboritero para que acompañase con su música todos los actos de ese día y del día posterior. A pesar de que Villanueva de Valdueza ha contado con un gran tamboritero, en este caso, se comenta que venía de Montes de Valdueza y que acompañaba en la boda y la tornaboda. Es reseñable la mención sobre todo al canto y al baile, así como a la presencia de los novios y sus acompañantes en distintas bodegas donde era muy frecuente beber juntos vino realizado en casa.
  • La boda. ( el víspera)

    La celebración de una boda dentro de una pequeña comunidad era un motivo de fiesta y celebración muy importante. El tiempo festivo y ritual se adueña de la vida social durante algunos días, pero al mismo tiempo era también un acto religioso, pues la sociedad tradicional ha vinculado el acto ritual y religioso en la mayoría de los casos. Pero también ha sido un acto económico pues supone un gasto para las familias que unen sus lazos a través de dos de sus miembros. Este "derroche" económico marca también de un modo determinado las distintas relaciones sociales que quedaban en deuda por las invitaciones recibidas. La boda se alargaba durante varios días. Uno primero de preparación denominado "el víspera" o día de víspera, el día de la boda y luego ya el día posterior llamado " tornaboda". El centro de la preparación del día de la víspera era la preparación de la comida, pues estas celebraciones se llevaban a cabo en la casa de uno de los contrayentes. Para ello, y como comenta el audio que adjuntamos, se contrataba a un carnicero para que pudiera llevar a cabo el despiece de los distintos animales que se sacrificaban para el día posterior, el día de la boda. Para la preparación se reclamaba el servicio de uno o dos cocineros expertos con sus ayudantes para preparar y servir los platos a más del centenar de invitados que celebraban el evento en la casa particular, en los salones, pasillos y distintas habitaciones. Aparte del convite, otro gasto importante para ese día era el traje, pues debía de hacerse a medida y por parte de algún sastre de Ponferrada.
  • Campo de las danzas I ( rebaños)

    El campo de las danzas es un espacio cercano a la localidad de Villanueva de Valdueza y a otras localidades de la Tebaida Berciana que actúa como imaginario y que se mantiene con fuerza en la memoria colectiva. Es un espacio que ha cumplido unas importantes funciones productivas vinculadas especialmente al ganado, pues como podemos comprobar en el audio que presentamos, ha sido un lugar muy transitado para el pasto del ganado. Pero a la vez, y así lo atestigua el topónimo, ha sido un lugar especial para el tiempo festivo.
  • Manantiales y lavanderas.

    Lavar ha sido una actividad fundamental en las sociedades tradicionales. Su función ha sido enorme desde el punto de vista social y cultural. Esta tarea asignada culturalmente a las mujeres ha sido, antes de la llegada de nuevas tecnologías, un trabajo necesario, duro debido en muchos casos a la intemperie, rutinario pero al mismo tiempo fuertemente ritualizado. Por tal motivo, reivindicar y recuperar los espacios y lugares destinados a tal efecto supone recuperar la memoria de sororidades no reconocidas pero imprescindibles en el tejido social de los grupos rurales. En las fuentes, manantiales y lavaderos las mujeres y niños se reunían no solo para lavar, sino que constituían una microsociedad con sus propias normas donde se transmitían y se guardaban conocimientos, se comunicaban oralmente recetas y remedios, donde se pasaba la información necesaria de una casa a otra y se resolvían pleitos y disputas. Al mismo tiempo, era un lugar también de secretos, pues lo que allí se decía el agua se lo llevaba. Esta tarea fuertemente feminizada, en determinados lugares se convirtió en un oficio, lo que la historiadora Carmen Sarasúa llama en un interesante documento " el oficio más molesto y duro".
  • Los lindes.

    En un contexto de mayor densidad del actual y con rebaños y veceras de gran número, el aprovechamiento de los montes y de los pastos resultaba fundamental. Por tal motivo, era especialmente importante el conocimiento y la señalización de los distintos límites territoriales. Esto se realizaba a base de mojones o accidentes en el terreno que fueses conocidos por todos y que servían como referencia para determinar la territorialidad. Aún así las desavenencias ocurrían de vez en cuando entre habitantes de los municipios que lindaban. También hay que señalar que en momentos de extrema gravedad, como podían ser riadas o fuegos, la solidaridad era muy grande entre los habitantes de estos municipios colindantes. Límite procede de limes y este término, a su vez, de limus, que indica algo que se encuentra atravesado, refiere a una línea divisoria, a separación física, pero también a cualquier separación inmaterial. Nuestra condición humana ha organizado el espacio teniendo en cuenta los lindes, que asumen, en función de contextos determinados, términos distintos. Así cabe referirnos a los cercos, barreras, vallas, mojones, cotos, etc. En la expresión, materialización y tratamiento de los lindes se percibe el sentido colectivo y grupal de las distintas formas de poblamiento. En el audio que adjuntamos resulta perceptible de un modo muy claro. Hay un sentimiento de comunidad en el valle entre los llamados Compludos, y este sentimiento se deja notar en el modo de actuar ante los límites. En cambio, aparece bien señalado quienes son los otros, los que se encuentran más alejados de nuestro forma de pertenencia, de nuestra identidad.
  • Ferias y mercados.

    Las ferias y mercados han formado parte de la vida de los pobladores de estos valles bercianos. Suponía, desde el punto de vista económico el lugar para comprar y vender, sobre todo, animales, tanto vacas como caballos y burros, que serían usados para el trabajo de la tierra y sustento de la familia. En la vida tradicional de la tebaida, la complementariedad entre hombre y animal era total, formando un conjunto en el que, el todo tenía más efecto que la suma de sus partes. Las ferias y mercados se documentan desde principios del periodo medieval. Algunos investigadores han tomado como primera de estas ferias la de Sahagun, allá por el siglo XII. Una feria es todo un conjunto de relaciones sociales, servía como encuentro de personas de distintas localidades que solamente se veían en esos momentos. También suponían una puerta de entrada de novedades y de modernidad en las localidades de los valles de montaña cuya posibilidad de novedades quedaba muy limitada. Y junto a esto, una feria es un lugar de transacciones económicas donde compradores y vendedores tratan de encontrar respuesta a las necesidades del momento a partir de un precio razonable y justo. En las ferias se podía encontrar prácticamente de todo lo necesario, si bien, con el tiempo las ferias se fueron especializando. Eran lugares de compra de granos, fruta, aceites, manteca, quesos, productos ultramarinos, textiles, paños, escabeches, alfarería, loza, aperos de todo tipo para la labranza, así como artículos de lujo.). En el audio que se adjunto se pone de manifiesto la importancia que para los habitantes de los valles de Compludo tuvo la feria de Lucillo, en la Somoza, pues acudían a ella principalmente con la intención de comprar y vender ganado. A esta feria se acercaban también astorganos y habitantes del Bierzo con intención de vender fruta. En cambio, se menciona también la referencia de Ponferrada para la compra en el mercado del resto de productos. En el recuerdo también se mantiene la importancia que tuvo para toda la comarca la feria de Cacabelos, como lugar especial para la compra sobre todo de caballería. Como es bien conocido, esta fiesta que se mantiene en la actualidad en las fechas de la festividad de San Miguel, en el mes de septiembre, ha sido un referente desde hace más de 700 años en el noroeste ibérico para la compra y venta de caballos y a ella acudían a pie y volvían en el mismo día los pobladores de la Tebaida berciana que necesitaban llevar a cabo alguna compra o venta.
  • El zapatero de Valdecañada.

    La posesión de zapatos en las localidades de la Tebaiada berciana no estaba al alcance de todas las familias. Durante mucho tiempo se consideró una prenda de lujo que había que cuidar al máximo y solamente usarla en determinadas ocasiones. Los pies se protegían habitualmente con alpargatas y con ellas se llevaba a cabo la mayor parte de los trabajos y faenas productivas. En el audio que adjuntamos se pone de manifiesto este valor que los zapatos han tenido y que forma parte importante de la memoria de algunos de los habitantes de San Esteban. Como objeto de gran valor que eran debían de ser reparados cuando se gastaban o rompían. Contaban para ello con los llamados zapateros de viejo o zapateros remendones, oficio que estaba presente en cada localidad y que el tiempo fue poco a poco extinguiendo. Cuando ya no había zapateros en una localidad, el trabajo se convirtió en ambulante, y así los zapateros dedicaban gran parte de su tiempo en recorrer caminos y senderos para atender las necesidades que tenían los zapatos en otros lugares. Entre sus conocimientos destacaban el manejo del cuero y la facilidad para trabajar con distintas herramientas como cuchillas de acero para cortar el cuero, martillo remendón y martillo fino, también llamado galgo, manopla, tirapié, escarificador para realizar agujeros, horma de madera, estacas, tenazas ,escofina y algunos otros. El uso de los zapatos estaba, como hemos comentado, de un modo muy restringido a determinadas circunstancias, así se comenta cómo se caminaba con alpargatas y al llegar a las calles principales de Ponferrada se ponían los zapatos para no gastarlos. Al tiempo se comenta también cómo había un día en cada localidad, en San Esteban de Valdueza era el domingo, en el que se realizaban las reparaciones del calzado por parte del zapatero de Valdecañada que quedó como referencia para las localidades de la zona.
  • Tocar la esquila.

    En el registro etnográfico que se presenta se menciona cómo el toque de la esquila a lo largo de las calles del municipio de Carracedo de Compludo era una práctica habitual, ritual y rutinaria que solamente dejaba de realizarse en momentos muy puntuales y por un acontecimiento destacado. En este caso, y a diferencia de otros lugares donde la tradición todavía se mantiene muy viva, como es el caso de algunas localidades de la sierra de Salamanca, la esquila con doble asa se pasaba de familia en familia, siendo un miembro de la familia quien debía de hacerla sonar al caer la tarde por las calles de la localidad. A pesar de que en el registro no se menciona el sentido de esta práctica que se remonta a momentos donde la religiosidad popular y sus creencias sobre la muerte y los difuntos marcaba tanto los tiempos como los espacios de la vida tradicional.