Bienes inmateriales

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  • "Zorzar la carne". Matanza.

    En las economías de subsistencia de las sociedades tradicionales pocas cosas quedaban sin determinar y sin prever de antemano. En la capacidad de planificar los recursos iba implícito lo que algunos antropólogos han llamado "la renta del reemplazo". Antes de matar el cerdo en las matanzas tradicionales, familiares y fuertemente ritualizadas ya las familias habían planificado la compra de los siguientes animales que habrían de engordar para los años venideros. La matanza era un momento único y esencial. No poder proveerse de estos recursos para un año podía en serio riesgo la economía familiar, por tal motivo, esta práctica puede ser considerada como un hecho social total, al modo como lo interpreta Mauss. En esta práctica se fusionan los aspectos familiares, sociales, económicos, festivos, rituales e incluso religiosos. Como práctica compleja que es, requiere de conocimientos expertos que han ido pasando de generación en generación, tanto para el cuidado de los animales durante meses, como para su posterior sacrificio, despiece y para la posterior elaboración de los distintos productos derivados de la matanza. Uno de ellos, muy representativo y que se comparte con las vecinas tierras gallegas tiene que ver con "zorzar la carne", aderezarla con distintos productos para que macere en un recipiente, generalmente de madera que recibe el nombre en relación a la práctica que permite, "la zorza".
  • "Prinar los lobos"

    Cuatro son los elementos que de un modo destacado aparecen en el audio que acompaña a esta entrada y que muestran muchos de los acontecimientos de la vida cotidiana del mundo rural ganadero en los valles de la Tebaida berciana. En primer lugar el rebaño, en este caso de ovejas, pero también ha sido frecuente en la zona el de cabras y en menor medida, el vacuno. En segundo lugar el lobo, animal que ha constituido durante mucho tiempo el imaginario colectivo como representante del lado salvaje de la naturaleza, de la alteridad más radical que estaba siempre ahí presente para recordar los límites entre la casa, la protección y el bosque, lo salvaje y de lo que hay que protegerse. En tercer lugar, los perros. En la lectura antropomórfica del pasado, la lucha entre el hombre y el lobo ha destacado como procesos constitutivos de valentía y hombría , y se ha tendido a invisibilizar la lucha entre perros y lobos, como podemos escuchar. Y el cuarto lugar, el hombre. En la vida tradicional, esta combinación de elementos han estado presentes de forma permanente. Si el lobo furaba una oveja y había que sacrificarla, la pérdida es grande. Si los lobos atacaban a todo un rebaño, la pérdida es todavía mayor. Por tal motivo, se mantienen en el imaginario colectivo, en esa nebulosa del pasado entre la leyenda y la realidad el momento en el que unos lobos se prinaron ante los perros y el pastor.
  • Tocar a volanderas.

    La expresión "tocar a volanderas" refiere a una técnica muy precisa de tocar las campanas vinculada con momentos especiales y muy festivos para la comunidad rural. El sonido de las campanas en las localidades del valle del Oza y de Compludo ha conformado el paisaje sonoro durante siglos. Este sonido ha sido el medio de comunicación, de transmisión y de información, desde la edad media a través de sus múltiples y diversos toques que se han transmitido de generación en generación entre familias o bien desde los sacerdotes a los jóvenes monaguillos. Aquellos que destacaban en la práctica de los toques se encargaban ya de esta tarea y se convertían en especialistas en esta tarea que no se olvida. Junto a esta función, las campanas han sido además una potente industria con fábricas e industrias en distintos lugares de la geografía española. En determinados momentos y por distintas circunstancias, los pobladores de una localidad decidían comprar una o varias nuevas campanas con la aportación comunitaria, de modo, que pasaban a ser del propio pueblo que las consideraba como suyas y se convertían de este modo en un elemento de identidad colectiva. De hecho, cada campana tiene un nombre con el que se la conoce. Esta atribución antropomórfica se considera una manera de hacerla cercana, de individualizarla, de diferenciarla incluso entre varias para que forme parte de los elementos que identifican a una comunidad.
  • "Dame de masar"

    En las sociedades tradicionales del valle del Oza y de Compludo, como en muchas otras, el pan ha sido un alimento fundamental, así como también otros alimentos hechos con harina y que han requerido cocción. En algunos lugares, como es el caso de Montes de Valdueza, la mayoría de los hornos formaban parte de la casa, eran más pequeños pero formaban parte de la arquitectura del hogar familiar. En Villanueva, el horno era comunal, se subastaba el día 25 de junio, el día de Santiago junto con las campanas y las distintas familias, siguiendo un procedimiento fuertemente normativizado acudían a pedir la vez para su uso con la expresión: "dame de masar". Era tal el uso del horno comunal que se realizaban varias hornadas a lo largo del día, de modo que no había tiempo ni de tocar las campanas que estaban a cargo también del horno. Por tanto, el ingenio popular ideaba distintos mecanismos para poder cumplir fielmente con las tareas asignadas. Por la subasta del horno se pagaba, en cambio, la tarea de tocar las campanas suponía una gratificación económica, de modo que se solía compensar una con la otra. El audio que acompaña a esta entrada señala de un modo claro la regulación establecida para la subasta.
  • El carro.

    El carro ha sido en las sociedades tradicionales el medio más importante de transporte hasta la aparición de los vehículos a motor. Ha supuesto una transición entre el desplazamiento con caballería y la movilidad moderna. Realizados por especialistas y con formas variadas en función de su utilidad han sido considerados hasta el cambio social productivo de mediados del siglo pasado objetos de un enorme valor en el entorno familiar. En muchos casos eran considerados también, y debido en parte al valor que atesoraban, objetos identitarios y así, de este modo eran profusamente decorados y adornados. Se cuidaba tanto la conservación de los materiales del carro como la tracción animal que los hacía útiles y funcionales. Con la falta de uso los materiales más sensibles de sus estructuras han ido desapareciendo y quedan en algunos casos, como se menciona en el audio, las partes más fuertes ya conservadas con otra finalidad estética.
  • La bouza.

    La palabra "bouza" describe un espacio productivo muy importante para los habitantes de los valles de Tebaida berciana. Se refiere sobre todo a un lugar alejado generalmente de las casas de la localidad y elevado en la montaña donde, por regla general se sembraba el centeno. Es importante tener en cuenta cómo al desarrollar estas técnicas productivas en las zonas elevadas tratando de aprovechar todo el terreno posible para diversificar las actividades productivas, a veces se encontraban con antiguos canales de agua, algunos de ellos de origen romano o de épocas posteriores y, como estaban en la tierra, se araban. Por eso podemos percibir en el audio la impresión causada cuando se araba el canal. Es reseñable también cómo la necesidad de diversificar la producción en economías de subsistencia agrícolas y ganaderas hacía que se redujese el monte silvestre. La casi totalidad de las tierras que eran productivas estaban trabajadas. Las más cercanas y fértiles dedicadas al trigo, y las más alejadas, las llamadas "bouzas" para el centeno que se usaba especialmente para la elaboración del pan.
  • La "Aquianina". Romería

    La romería en la que participa la virgen de Villanueva de Valdueza llamada la "Aquinina" y que se menciona en el audio, ha constituido una de las manifestaciones populares más importantes de religiosidad popular en la comarca. Este conjunto de creencias que denominamos "popular" hace referencia a prácticas y cosmovisiones que, en alguna medida, se entremezclan y coexisten con formas tipificadas como oficiales de religión, así como con creencias de tipo pagano vinculadas a espiritualidades que conectan de un modo directo con la naturaleza. Esta romería se adapta bastante bien a este consideración, pues se encuentran directamente relacionada con la sacralización de un espacio donde la naturaleza se expresa de una forma muy poderosa en sus dos facetas principales, la protectora y provedora de recursos que ayudan a la supervivencia del grupo y la otra, como si de un rostro jánico se tratase, que apela a la forma destructiva y generadora de miedo. En la parte más simbólica de esta cordillera denominada "los montes aquilianos" se sitúa una capilla actualmente a la cual han accedido durante años los fieles en romería para su veneración. La memoria de los habitantes de estos valles se ha mantenido vigorosa para recordar cómo el lunes siguiente a la fiesta de Pentecostés, y después de la misa los habitantes de la localidad de San Pedro de Montes ascendían con la Virgen hasta la ermita situada en el pico. A medio camino se le unían los pobladores de Villanueva de Valdueza con la imagen de la "Aquinina". Después de un encuentro entre ambas imágenes, y culminada la ascensión, las imágenes se resguardaban en la ermita hasta el día de San Miguel, momento en el que descendían de nuevo a las respectivas parroquias. Estas estancias temporales de imágenes sagradas en lugares que están cargados de sacralidad natural para los grupos humanos son relativamente frecuentes en la religiosidad popular. Tal vez remitan a la búsqueda permanente de los seres humanos por contar con la máxima ayuda y protección de lo sobrenatural en un contexto social y económico de baja protección ante la adversidad. Conviene recordar cómo la fiesta de Pentecostés en el Antiguo Testamento remite a una fiesta del grano, es decir que se sitúa en una esfera relacionada con el deseo y necesidad al mismo tiempo de crecimiento y fecundidad de la producción de los cereales. No está de más también recordar cómo en la religiosidad popular la festividad de San Miguel se vincula con la ruptura del tiempo laboral del verano, de la cosecha y aparece como la primera fiesta del otoño, es decir, que marca el fin del ciclo agrícola de la cosecha y señala ya el comienzo del nuevo proceso del nuevo.
  • Mujer rural II. ( ayuda mutua)

    La mujer en la sociedad tradicional ha desempeñado variadas tareas incluso algunas de ellas consideradas como prácticas que exigían una importante especialización. Por tal motivo, es frecuente encontrarnos en la memoria oral de los habitantes de los valles de la Tebaida berciana alusiones y recuerdos a esas mujeres que aparte del desempeño de sus tareas en el ámbito productivo y en ámbito más íntimo y del hogar, tenían alguna especialidad reconocida. O bien, eran especialistas en ayudar en los partos, o bien, como se comenta en el audio, eran especialistas en alguna práctica relacionada con la enfermería. Junto a este aspecto, es muy relevante también cómo el grupo de mujeres tomaba conciencia de la importancia de esta labor y contribuían colectivamente a las tareas del hogar para que la labor especializada no supusiese una merma del funcionamiento. En el audio que acompaña a esta entrada podemos reconocer estos rasgos de la sociedad tradicional de la tebaida.