Bienes inmateriales

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  • Ir con el capazo

    La expresión "ir con el capazo" pone de manifiesto desde el punto de vista etnográfico la importancia de la propiedad de la tierra y de algún ganado en estos contextos de montaña con una economía de subsistencia. En el documento etnográfico que se presenta se hace alusión a cómo la posesión de la tierra ha sido una aspiración pues era el elemento de supervivencia y de reproducción familiar. Todos aquellos que no lograban este patrimonio se veían abocados a emplearse por cuenta ajena sin posibilidades de ascenso social. A esto alude la expresión, a la necesidad de la generosidad de los vecinos para la ayuda de esta clase social. La red de vecinos y conocidos, así como la red de parientes ha servido como mecanismo de protección en momentos donde no existía la protección estatal. Estas redes de solidaridad vecinal forma parte de la memoria de los distintos lugares y se recuerda con nostalgia.
  • Enzafranarse

    Esta expresión, habitual en la comarca del Bierzo, aparece en este documento etnográfico relacionado con la vendimia familiar y con la producción de vino para el consumo casero. Alude a una práctica habitual tradicional relacionada con la elaboración del vino de forma artesanal y casera para el consumo propio o de los más allegados. Las viñas se recogían en grupo con la ayuda de los miembros de la familia y se prensaban en la prensa de la localidad que, por lo que hemos podido comprobar ha desaparecido ya. Allí se llevaba el mosto en calderos al lugar donde se encontraba la bodega familiar para llevar a cabo el proceso del fermentado.
  • La sombra de los valles

    La expresión " por la sombra de los valles" alude a una forma tradicional de medir el tiempo en una estrecha relación con la naturaleza. La expresión se encuentra directamente relacionada con el pastoreo del ganado, actividad fundamental en los valles de la llamada Tebaida Berciana. La actividad del pastoreo, excepto en aquellos momentos en los que la nieve cubría de forma completa los valles se llevada a cabo de forma colectiva o colaborativa. Los ganados se agrupaban y los vecinos pastoreaban varios rebaños según le tocaba según la regla institucionalizada de "ir a días". El pastoreo denotaba un conocimiento del monte adquirido desde la infancia a través de todo un conjunto de categorías toponímicas que dotaban de un sentido local y cercano al territorio. El cuidado del ganado llevaba todo el día con la vigilancia puesta en el control del rebaño ante los distintos lugares sembrados y guiándose en todo momento por el sol y , sobre todo, por la sombra de los valles.
  • Andar a días.

    Andar a días es una expresión recogida en una parte de la llamada Tebaida Berciana que se refiere a una práctica común asociada al cuidado del ganado relacionado sobre todo con la ganadería de montaña. Andar a días refiere a un uso comunitario de cuidar el ganado de toda la comunidad en función del número de cabezas del mismo que cada grupo familiar aporte al conjunto de todo el ganado de la localidad. Así cada siete cabezas de ganado, un miembro de cada familia debía cuidar el ganado durante un día. Este número de días era creciente en función del número de cabezas de ganado que se poseyera. En cambio los días de invierto y de nevada esto no podía llevarse a cabo y cada uno debía sacar sus cabezas de ganado a medida que se derritiese la nieve, pudiendo juntarse varios de ellos luego, pero ya de una manera informal y no regulada. El desarrollo de esta institución y su presencia muestra algo muy característico de las sociedades tradicionales, como es en determinados momentos, la fractura de lo mío que se pone al cuidado de lo de todos que refuerza los lazos de sociabilidad y apoyo mutuo tan característico de esta forma de vida. Esta presencia de lo comunitario en este contexto de protección del ganado se percibe en el momento en que alguna cabeza de ganado sufra alguna lesión o incluso resulte muerta. En este caso la restitución del valor de la misma corre a cuenta de la comunidad, pues el sentido de propiedad privada ha quedado en ese caso diluido.
  • La huerta como un pincel.

    La huerta forma parte del paisaje de los pueblos de la tebaida. En la localidad de Valdefrancos, la huerta se encuentra al lado de la Iglesia en uno de los pocos lugares planos que ofrece la geografía del lugar. En la vida familiar la huerta ha sido la tierra que se ha trabajado incluso hasta los últimos días de la vida. Cuando otras tierras se iban vendiendo o abandonando por no poderse trabajar, el terreno de huerta quedaba como última tarea, en muchos casos ya de entretenimiento. En el documento etnográfico que presentamos aparece de un modo nítido la percepción de esclavitud que tenía la vida relacionada con la tierra y con el ganado. A su vez se describen los productos más habituales que se plantaban, y resulta interesante también ver cómo la tierra y las plantas de la huerta se cuidaban con especial esmero y despertaban cierta admiración. En la huerta berciana se plantaba en algunos casos el llamado pan, si bien, la mayor parte del cultivo se realizada fuera de estas huertas, pero no podían faltar los garbanzos, patatas, pimientos, cebollas, etc. En determinados momentos la huerta ha sido un mecanismo muy importante de distribución de alimentos entre padres e hijos, tal y como se menciona en el documento etnográfico. Ha sido también un lugar de orden, de cuidado y de conocimiento de los momentos de preparación de la tierra, de siembra, de recogida y de cuidado, por eso ha sido importante tenerla siempre que se podía como un pincel.
  • Ir al feje del Xardón.

    Ir al feje es una expresión que remite a una práctica habitual en sociedades ganaderas de montaña y remite a la necesidad en primer lugar de encender y mantener el fuego como elemento esencial de la casa por la mañana, así como también para la alimentación del ganado y la preparación del horno para la elaboración del pan. Es una práctica que ha vinculado tradicionalmente a los jóvenes de las familias como un modo de contribución a la economía familiar, pero al mismo tiempo ha sido también una práctica colectiva, que ha servido para crear lazos de mocedad entre los más jóvenes de la localidad. En el registro etnográfico que se adjunta se puede observar en primer lugar la importancia concedida al fuego como elemento central del inicio de la jornada durante gran parte del año, y a continuación se describen los modos de acarreo, bien en burro o en carro. Es significativo también el modo social que se percibe en la descripción de esta práctica.
  • La casa familiar

    La casa de la Tebaida responde en la mayoría de los casos a los sistemas constructivos de montaña, apoyándose en los materiales de la zona y pensada para obtener el máximo provecho de cada uno de los espacios construidos.El tipo de vivienda tradicional de Valdefrancos se asemeja a las viviendas que aparecen en el resto del valle del río Oza y del valle de Compludo. Son las casas denominadas de corredor, y escalera de acceso exterior. Las viviendas han estado sometidas siempre a procesos de cambio y transformación en función de las necesidades de las distintas familias, si bien, en los últimos años, el cambio observado ha sido mayor, debido a causas diversas. Es característico de la zona el uso de la pizarra para las techumbres. La casa tradicional consta generalmente de dos plantas, la de arriba dedicada a la vivienda y la parte de debajo de uso habitual para el ganado. La desaparición de la ganadería ha condicionado también de un modo destacado el uso de los distintos espacios de la casa. Destaca el corredor a la solana, cerrado con madera en mayor o menor medida. En el documento etnográfico se pone de manifiesto como la casa ha sido objeto de múltiples cambios. En las casas la parte de abajo estaba ocupada por el corral para los animales y luego ya el piso de arriba donde se realiza la vida. La falta de uso de las distintas dependencias ha posibilitado el cambio. Cambio de despensa por la construcción de un cuarto de baño, así como las habitaciones más amplias.
  • Prindar y pagar al tamboritero.

    El término lingüístico prindar y su sustantivo Prinda refiere a una práctica extensamente arraigada en territorios de orografía montañosa del noroeste de la península y de economía rural ganadera. El término recogido y descrito oralmente hace mención a través del verbo a una determinada facultad de retener, trasladar, en algunos casos subastar el ganado que se encuentre pastando en terrenos ajenos a la propiedad del dueño del ganado. En muchos casos, se aplicado esta regulación sobre todo en los terrenos públicos o comunales, si bien, en el testimonio que referimos, se trata de regulación de las lindes entre comunidades limítrofes. Unida a esta práctica se encuentra la prindada o prendada en otros casos, que describe el importe que a modo de multa ha de pagar el ducño del ganado prindado. El ganado prindado era transladado a los corrales de concejo en aquellos lugares en los había. En el pasado de esta práctica institucionalizada, la legitimación para llevar a cabo tal práctica permitía tanto a la autoridad pública como a los particulares llevarla a cabo. En la actualidad, en aquellos lugares donde se mantiene viva ya solamente se admite la legitimidad de la autoridad pública para el prindado.