Bienes inmateriales

Conjunto de fichas

Fichas

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  • La mano del pan y la raya suelta.

    Cada año en concejo se determinada la parte que se iba a cultivar de cereal y se establecían las regulaciones necesarias para una buena producción. El día de Santiago se determinaba la parte que iba a ser como la mano del pan, es decir la parte de las laderas cercanas a la localidad donde se iba a plantar cereal, y la otra parte descansaba. Durante el tiempo que mediaba entre el día de Santiago y el día de San José en la parte del pan no se podía pastorear. Pero ya, a partir de este día quedaban abierta la mano del pan al pastoreo los domingos y los días festivos, pero ningún día más. A partir del día de San Roque, entonces ya se consideraba que había raya suelta, es decir que quedaban abiertos ya al pasto todo el terreno que había sido vedado anteriormente y descrito como la mano del pan.
  • El agua del cuerno de alicor.

    La práctica curativa a través del agua purificada se realiza por regla general en la casa portadora del cuerno. La gente del pueblo y de localidades cercanas conocedoras de su existencia acudían cuando tenían inflamación de las anginas a ser tratadas in situ o bien, acudían a por el agua para tratarse ellos mismos según las indicaciones dadas, que eran muy estrictas. Según los testimonios recogidos no se cobraba por el tratamiento. El agua servía sobre todo para dolores de garganta, para dolores de muelas o para heridas infecciosas. Como hemos señalado la regulación del tratamiento era muy estricto. Este agua no se podía de ninguna manera usar para beber una vez bendecida, del mismo modo, una vez que se rociaba la herida con el agua no se podía tocar durante un tiempo determinado. Si esto ocurría, era necesario volver otra vez a por el agua purificada.
  • El oricuerno o cuerno del alicornio.

    El cuerno del alicornio es un pequeño trozo de hueso con un color ennegrecido por el contacto con las manos que se encuentra vinculado en la zona del Valle del Oza a una leyenda y que a través de ella se le dota al objeto de unas características y poderes curativos y sanadores. La poseedora del cuerno, hasta donde hemos conocido, siempre mujeres con un poder especial basado en gran medida en su conocimiento de las plantas y su efecto mitigador del dolor y del sufrimiento, hacían uso del cuerno según surgiese la demanda, bien en el ámbito familiar, o bien con una presencia mucho más amplia en las localidades cercanas donde su efecto era bien conocido. Debemos la leyenda a la gentileza de Enrique Rodríguez Arias, quien la ha recogido del siguiente modo: Cuenta la tradición que en el valle del Oza o Valdueza, en época remota, perdida en el tiempo las aguas de los ríos y fuentes se contaminaron, de modo que nadie, ni personas, ni animales podían beber sin morir, hasta que un animal sagrado, el alicornio, se acercó a ellas y sumergiendo su cornamenta en sus aguas las purificó. Este ritual de introducir los cuernos en las aguas del valle se repetía todas las mañanas, de modo que se desvanecía con ello el peligro del envenenamiento. Una vez que fueron purificadas todas las aguas del valle, el animal desapareció, pero dejó en un lugar del valle la cornamenta. Esta fue dividida en pequeños trozos que fueron repartidos por las localidades del valle bajo la creencia de que estos fragmentos de la cornamenta del animal, al igual que habían purificado las aguas, purificarían los cuerpos y sanarían las enfermedades. Uno de estos cuernos llegó a Villanueva de Valdueza y fue recibido y transmitido de generación en generación hasta el día de hoy. La leyenda se encuentra extendida por muchas zonas de España, si bien, presenta interesantes variantes. Tiene su origen en el conjunto de mitos castellanos que se mantienen desde la Edad Media. En ellas se aluda siempre a un ser legendario llamado oricuerno o alicornio que es el nombre que toma en las tierras hispanas el unicornio. Generalmente se le representa como si fuera un caballo blanco con un potente cuerno frontal en forma de espiral. Este ser tiene un carácter híbrido, se le representa con una cola de león o con alas encima de las pezuñas, si bien, en cada lugar toma una forma diferente. Lo que le convierte en mágico son las propiedades de su cuerno, del cual, según la tradición se han elaborado pequeñas cruces en algunos casos, y en otros pequeños fragmentos con poder curativo y sanador.
  • El bramante.

    El nombre de bramante remite a un tipo de hilo usado para enchorizar, es decir, para atar la carne embutida durante la matanza. Las técnicas tradicionales para esta actividad han ido cambiando con el tiempo. Tal y como se menciona en el documento etnográfico, durante algún tiempo se embutía con la mano, con mucho cuidado de no romper la tripa. Después ya llegaron las máquinas de madera que facilitaron enormemente la tarea, si bien estas máquinas no estaban al alcance de cualquiera, no todas las familias disponían de una y en algunas ocasiones se iban prestando o bien, acudían las familias a realizar los chorizos a las casas donde había el artefacto de embutir. En este caso, el hilo descrito como bramante o también conocido como hilo de palomar se usaba de forma cotidiana para las matanzas y para atar todo tipo de carne. Destaca este tipo de hilo de cáñamo por su resistencia a las altas temperaturas. Es interesante resaltar también como en el documento etnográfico, y al hilo de esta temática, se hace mención a la elaboración de dos tipos al menos de chorizos, unos que llamaban de gastar y otros de guardar. Siendo estos últimos los que se ofrecían a los huéspedes como invitación en un momento determinado, o bien, se sacaban para celebrar algún acontecimiento relevante.
  • El liviano y la androlla.

    El documento que se adjunta describe cómo su usaba como alimento el llamado "liviano", término que describe el pulmón de algunos animales, especialmente del cerdo, su modo de preparación a través de un escaldado y cómo posteriormente se picaba para poder ser comido. Al mismo tiempo se explica también la preparación de un embutido de consumo habitual en la zona denominado androlla, cuya presencia es frecuente también en numerosas zonas de Galicia.
  • La sangre y el fariñote.

    Uno de los elementos destacados de la matanza era el uso otorgado a la sangre del cerdo como alimento. En muchos lugares es habitual conservar la sangre del animal en el momento de morir y usarla como alimento. En el documento etnográfico que se presenta, oímos como no en todos los lugares se elaboraba morcilla. Sin embargo uno de los alimentos característicos de los pueblos de la llamada Tebaida berciana es el fariñote. Es una especie de morcilla compuesta por arroz cocido y carne, por regla general no muy buena e incluso ensangrentada, la mezcla resultaba agradable al paladar.
  • La matanza

    La matanza y su valor antropológico toma sentido si tenemos en consideración la importancia que el cerdo o el gocho, como se le denomina en estos valles, ha tenido en la cultura y en la alimentación tradicional. La matanza se llevaba a cabo al comienzo del invierno con los primeros fríos y suponía una actividad marcada por una regulación férrea y tradicional. Estaban repartidos los trabajos, tal y como se puede escuchar en el documento etnográfico que se adjunta. Los hombres se encargaban de tumbar al cerco y darle muerte. Este es un trabajo que no estaba reservado a cualquiera, al contrario, era un trabajo experto y muy bien valorado por el riesgo que entrabañaba. A continuación era asignado como tarea masculina el vaciar el cerdo, es decir, irle separando las partes del mismo para su posterior tratamiento. Es también un trabajo delicado pues la carne, si no se separa bien se puede estropear. Y, generalmente a las mujeres les correspondía lavar las tripas para embutir. Del mismo modo que las tareas anteriores, esta actividad requiere un saber hacer atesorado por los grupos femeninos de la localidad. Se lavaban las tripas pequeñas de un modo, y las grandes de otro distinto, y se preparaban para la posterior elaboración de los chorizos. Las distintas piezas del cerdo tenían un tratamiento distinto, pues requerían de un cuidado específico para que pudieran secarse del modo adecuado.
  • El matanchín.

    En el documento etnográfico que se presenta se pone de manifiesto la preparación que suponía el llevar a cabo la matanza con la reunión de varias familias y de los miembros más allegados y cercanos de la misma. El momento principal es el momento de matar, pues encierra peligro para los que participan en este momento del acto económico y ritual. El cerdo se defiende y se mueve con mucho peso, por eso es necesario contar con el conocimiento y la habilidad suficiente para poder llevar a cabo el propósito sin resultar herido o lesionado. Ante estas circunstancias se premia con reconocimiento y con honor este conocimiento basado en las habilidades propias y en el conocimiento adquirido de generación en generación. El término "matanchín" expresado con admiración y cariño recoge la admiración por ese saber hacer en un momento tan importante para el grupo familiar.