Bienes históricos y artísticos

Conjunto de fichas

Fichas

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  • Relicario en forma de díptico

    Relicario en forma de díptico, abierto en dos hojas unidas por otras tantas tiras de cuero. El espacio interior va compartimentado en cinco receptáculos. Para ello, ambas hojas se recercaron con listoncillos de madera toscamente aparejados. A su vez, gracias a otro listón de madera, uno de los brazos del díptico se dividió longitudinalmente en dos partes iguales (formando otro díptico). En el otro se generó una subdivisión más (de distinto tamaño), valiéndose de tres listoncillos colocados en forma de letra “Y”. Entelada la madera, fue necesario colocar fragmentos de pergamino encolado para dejar constancia de la identificación de cada reliquia a modo casi de filacteria, que presuntamente iría al lado del nombre. La ausencia de bisagras o restos de otro tipo de aplique para permitir abrir y cerrar el estuche hace pensar que el sistema de unión que actualmente conserva es el original.
  • Hostiero-relicario

    Caja cilíndrica de hueso que tiene por toda decoración parejas de cordones resaltados en la parte inferior y superior de la base y la superior de la tapadera. Para su cierre se proveyó de un interesante sistema de herrajes de cobre dorado. Para cerrarla, uno de estos remates conforma una pequeña falleba con bisagra, orificio para encajar en la argolla de cierre y pestaña saliente. Una vez ajustada, se insertaba un pasador metálico unido con una cadenita a la argolla que remata el conjunto.
  • Píxide

    Píxide de cobre dorado compuesta de caja cilíndrica en su base y tapadera cónica rematada por una cruz de brazos iguales asentada sobre un orbe que se une al vértice del cono mediante un minúsculo pie . La articulación entre las dos piezas se realiza mediante una bisagra dispuesta en su parte posterior, y un cierre de pestaña en la anterior
  • Libro de bautismos de Valdefrancos (1547-1659)

    Hasta 1870, año en que aparece en España el Registro Civil, las únicas fuentes de información biográfica de la gente común son las ofrecidas por los libros sacramentales, que cada parroquia se encargaba de apuntar y custodiar. Tales libros fueron impuestos a partir del Concilio de Trento (a mediados del siglo XVI), si bien en la corona de Castilla ya el cardenal Cisneros, medio siglo antes, había impulsado esta costumbre. Gracias a ellos conocemos fecha de nacimiento, filiación, fechas de matrimonio y defunción de cada persona nacida en un lugar. La pérdida o destrucción de uno de estos libros supone acabar con la memoria de todos los nombres propios que recogía tal volumen, nombres de mujeres y hombres que construyeron la historia, modelaron el territorio, cuya única vez que figuró su nombre por escrito fue precisamente aquí. Este libro recoge los nacimientos acaecidos entre 1547 y 1659.