Elementos inmateriales

Incluye un estudio de investigación sobre la antropología y su contextualización en el Patrimonio Comunitario del territorio, identificando todos los recursos del Municipio y su vinculación a la creación de productos, itinerarios culturales y turísticos.
  • Manantiales y lavanderas.

    Lavar ha sido una actividad fundamental en las sociedades tradicionales. Su función ha sido enorme desde el punto de vista social y cultural. Esta tarea asignada culturalmente a las mujeres ha sido, antes de la llegada de nuevas tecnologías, un trabajo necesario, duro debido en muchos casos a la intemperie, rutinario pero al mismo tiempo fuertemente ritualizado. Por tal motivo, reivindicar y recuperar los espacios y lugares destinados a tal efecto supone recuperar la memoria de sororidades no reconocidas pero imprescindibles en el tejido social de los grupos rurales. En las fuentes, manantiales y lavaderos las mujeres y niños se reunían no solo para lavar, sino que constituían una microsociedad con sus propias normas donde se transmitían y se guardaban conocimientos, se comunicaban oralmente recetas y remedios, donde se pasaba la información necesaria de una casa a otra y se resolvían pleitos y disputas. Al mismo tiempo, era un lugar también de secretos, pues lo que allí se decía el agua se lo llevaba. Esta tarea fuertemente feminizada, en determinados lugares se convirtió en un oficio, lo que la historiadora Carmen Sarasúa llama en un interesante documento " el oficio más molesto y duro".
  • Venta de la nuez

    Al igual que el fruto del castaño, el fruto del nogal era tradicionalmente vareado desde el árbol por los hombres de la familias y de la comunidad, y recogido el fruto por la parte femenina del grupo social. Una vez limpiado el fruto y secado los hombres se trasladaban a distintos lugares a vender las nueces almacenadas en serones y transportadas por caballerías y carros. La memoria oral sobre esta práctica identifica de forma generalizada la venta de este producto con una importante fuente de ingresos, en cambio la castaña a veces por su bajo precio no merecía la pena la recogida y se pudría en los cobertizos o almacenes, tal y como se describe en el audio que acompaña a esta entrada.
  • Apañadera

    La apañadera es un objeto tradicionalmente usado para la recogida de la castaña después de haber sido vareada por los hombres de la comunidad en los castaños propios o en los castaños comunes. Tradicionalmente ha sido un trabajo femenino complementario al trabajo masculino que consistía en subirse al árbol y varear. Es el objeto utilizado con anterioridad a los guantes que se usan actualmente para evitar que los erizos puedan hacer daño en las manos. Las apañaderas o pañaderas tenían forma de pinza y se usaban para pañar o apañar junto con la fardela o morral, objeto que también formaba parte de la práctica de la recogida de la castaña y que es denominado en algunos lugares como Curuxa o Curuxin. Relacionada con este objeto y este término se encuentra el término Pañadora o Apañadora que describe a la mujer que recoge con las fornazas o pañaderas los erizos de las castañas al varear. Este instrumento era elaborado artesanalmente con la madera del mismo árbol tal y como se describe en el audio que completa este elemento. Ha supuesto un conocimiento y una técnica artesanal que se ha perdido y solamente se conserva en la memoria oral.
  • El oricuerno o cuerno del alicornio.

    El cuerno del alicornio es un pequeño trozo de hueso con un color ennegrecido por el contacto con las manos que se encuentra vinculado en la zona del Valle del Oza a una leyenda y que a través de ella se le dota al objeto de unas características y poderes curativos y sanadores. La poseedora del cuerno, hasta donde hemos conocido, siempre mujeres con un poder especial basado en gran medida en su conocimiento de las plantas y su efecto mitigador del dolor y del sufrimiento, hacían uso del cuerno según surgiese la demanda, bien en el ámbito familiar, o bien con una presencia mucho más amplia en las localidades cercanas donde su efecto era bien conocido. Debemos la leyenda a la gentileza de Enrique Rodríguez Arias, quien la ha recogido del siguiente modo: Cuenta la tradición que en el valle del Oza o Valdueza, en época remota, perdida en el tiempo las aguas de los ríos y fuentes se contaminaron, de modo que nadie, ni personas, ni animales podían beber sin morir, hasta que un animal sagrado, el alicornio, se acercó a ellas y sumergiendo su cornamenta en sus aguas las purificó. Este ritual de introducir los cuernos en las aguas del valle se repetía todas las mañanas, de modo que se desvanecía con ello el peligro del envenenamiento. Una vez que fueron purificadas todas las aguas del valle, el animal desapareció, pero dejó en un lugar del valle la cornamenta. Esta fue dividida en pequeños trozos que fueron repartidos por las localidades del valle bajo la creencia de que estos fragmentos de la cornamenta del animal, al igual que habían purificado las aguas, purificarían los cuerpos y sanarían las enfermedades. Uno de estos cuernos llegó a Villanueva de Valdueza y fue recibido y transmitido de generación en generación hasta el día de hoy. La leyenda se encuentra extendida por muchas zonas de España, si bien, presenta interesantes variantes. Tiene su origen en el conjunto de mitos castellanos que se mantienen desde la Edad Media. En ellas se aluda siempre a un ser legendario llamado oricuerno o alicornio que es el nombre que toma en las tierras hispanas el unicornio. Generalmente se le representa como si fuera un caballo blanco con un potente cuerno frontal en forma de espiral. Este ser tiene un carácter híbrido, se le representa con una cola de león o con alas encima de las pezuñas, si bien, en cada lugar toma una forma diferente. Lo que le convierte en mágico son las propiedades de su cuerno, del cual, según la tradición se han elaborado pequeñas cruces en algunos casos, y en otros pequeños fragmentos con poder curativo y sanador.
  • La vecera del ganado.

    En la localidad de Villanueva, la práctica ganadera diferenciaba el cuidado del ganado vacuno del pastoreo de cabras. En el caso del ganado vacuno no se conoce Vecera, es decir, el cuidado colectivo del ganado, pero sí en el caso del ganado caprino. Este se pastoreaba siempre en el monte, no en la parte baja de la localidad y se realizaba en los terrenos comunales y de forma colectiva según el número de cabezas de ganado que cada familia pudiese aportar al rebaño común.
  • Molinos "las Redigadas"

    En San Pedro de Montes había cuatro molinos, dos de ellos eran de propiedad y de uso privado o privativo, de modo que no participaban generalmente de su uso los habitantes del pueblo. Eran propiedad del Monasterio. Los molinos que eran de propiedad comunal eran dos y se conocían con el nombre de “las redigadas”. Estos molinos aprovechaban la fuerza del agua de los arroyos de las Furnias y del arroyo de Valdecarretas, arroyos que vierten sus aguas al río Oza y que en el invierno y en época de crecida acogen un buen caudal de agua con la fuerza suficiente para realizar la molienda. Estos molinos se regulaban habitualmente a través de un derecho de molienda que se podía comprar para uno mismo, pero también se podía comprar el derecho de molienda de otra persona que no necesitase moler o bien que ya hubiera abandonado el pueblo. En una crecida el río destruyó estos antiguos molinos conocidos como las redigadas y el pueblo construyó otros dos en un lugar más cercano que aún se mantienen. El molino que se encuentra cercano a la carretera tiene una planta rectangular, las paredes se encuentran en buen estado, se percibe la canalización de entrada del agua a la maquinaria, pero más arriba, la canalización se encuentra tapada por la maleza y está perdida. Respecto al mecanismo está completo y bien cuidado.
  • "Prinar los lobos"

    Cuatro son los elementos que de un modo destacado aparecen en el audio que acompaña a esta entrada y que muestran muchos de los acontecimientos de la vida cotidiana del mundo rural ganadero en los valles de la Tebaida berciana. En primer lugar el rebaño, en este caso de ovejas, pero también ha sido frecuente en la zona el de cabras y en menor medida, el vacuno. En segundo lugar el lobo, animal que ha constituido durante mucho tiempo el imaginario colectivo como representante del lado salvaje de la naturaleza, de la alteridad más radical que estaba siempre ahí presente para recordar los límites entre la casa, la protección y el bosque, lo salvaje y de lo que hay que protegerse. En tercer lugar, los perros. En la lectura antropomórfica del pasado, la lucha entre el hombre y el lobo ha destacado como procesos constitutivos de valentía y hombría , y se ha tendido a invisibilizar la lucha entre perros y lobos, como podemos escuchar. Y el cuarto lugar, el hombre. En la vida tradicional, esta combinación de elementos han estado presentes de forma permanente. Si el lobo furaba una oveja y había que sacrificarla, la pérdida es grande. Si los lobos atacaban a todo un rebaño, la pérdida es todavía mayor. Por tal motivo, se mantienen en el imaginario colectivo, en esa nebulosa del pasado entre la leyenda y la realidad el momento en el que unos lobos se prinaron ante los perros y el pastor.
  • De lobos y hombres II

    En los trayectos a pie, sobre todo de noche, se despertaba el temor a la aparición de los lobos. Lo habitual, en el caso de que ocurriese, era la presencia siempre de varios de ellos, de modo que existía la creencia de que, una vez que aparecían iban dando golpes con el rabo a las piernas del caminante hasta que lograban tumbarle, y si esto ocurría, entonces ya no había escapatoria posible. Por tal motivo, tal y como se narra en el audio que se adjunta, lo más efectivo era subirse a un castaño y esperar hasta que clareara el día, o bien, hasta que se pudiera contar con alguna ayuda.
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